Hemos recibido las siguientes quejas:
“Somos vecinas de Paseo de la Chopera, número 40 y algo, y desde que empezaron las fiestas nos ha sido completamente imposible pegar ojo. Parece que tenemos el altavoz en casa. Además no solo es el ruido hasta altas horas de la noche, también es el griterío de los que hacen botellón en los portales.
Me parece completamente injusto que en días lectivos tengamos que aguantar ésto. Especialmente teniendo que madrugar y levantarme a las 5 de la mañana.”
Nos cuenta otra vecina que el año pasado intentó que un feriante redujera el volumen de la música que emitía en su atracción, ya vacía, y a la que querían acceder sus hijos adolescentes. Tras su negativa, pidió ayuda a un policía municipal, que afirmó que en fiestas se suspende la aplicación de la normativa ambiental (¿dónde se decide ésto?).
Desde la asociación, este sábado hemos comprobado que el ruido era ensordecedor, tanto en la zona de atracciones de adultos, que es precisamente la más cercana a las viviendas de esos vecinos, como en otras zonas. Se trata además de ruido molesto e innecesario, producto de la competencia de cada instalación por ver quién tiene la música más alta y estridente.
Las fiestas no deben ser sinónimo de ruido, en el que ni se aprecia la música.
Parece necesario encontrar un modo más armónico de celebrar las fiestas. Y desde luego, que garantice la salud y el merecido descanso del vecindario.